Mi tesis doctoral, dirigida por la Dra. María Concepción García Gaínza, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Navarra, fue presentada en este centro académico el 8 de octubre de 1985. Había recibido una beca de investigación de la Fundación Aristrain Noain, con sede en Olaberría (Gipuzkoa). Recibió la máxima calificación del tribunal compuesto por los Drs. Gonzalo Borrás Gualis, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza (que actuó como presidente), Francisco Portela Sandoval, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, Ignacio Olábarri Gortázar, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, Ana de Begoña Azcárraga, profesora titular de Historia del Arte de la Universidad del País Vasco y Soledad de Silva y Verástegui, profesora adjunta de Historia del Arte de la Universidad de Navarra.
El texto de la tesis se presentó en tres volúmenes: estudio (665 pp.), apéndices (834 pp.) y material gráfico.
El estudio, en extracto, tuvo introducción; una primera parte dedicada a describir el paisaje de la cuenca del río Bidasoa (el curso hidrográfico-paisajístico, la visión literaria del mismo y su visión pictórica); una segunda parte centrada en el estudio individual de los pintores de la escuela: los principales José Salís Camino, Bernardino Bienabe Artía y Gaspar Montes Iturrioz; Vicente Berrueta Iturralde, Francisco Echenique Anchorena; y los pintores actuales; el respaldo científico de las fuentes, bibliografía y hemerografía empleadas.
El tomo destinado a apéndices incluyó la relación de exposiciones y premios, entrevistas a los pintores vivos y, lo principal, el catálogo de su obra artística.
El tercer volumen reunió positivos en color de las obras más destacadas.
En conjunto se estudió una veintena de artistas, de los que se catalogaron tres millares de obras de propiedad particular -la mayoría de ellas en el País Vasco. Se publicaron posteriormente por separado las biografías de los principales pintores (gracias a la colaboración principal de la Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, del Instituto de Estudios Luis de Uranzu y del Ayuntamiento de Irún), incluyendo el catálogo de sus obras. Asimismo, un libro con el planteamiento y demostración de la existencia de esta Escuela (que corrió a cargo de la Institución Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra), estableciéndose un modelo metodológico para el estudio de escuelas paisajísticas. “La Escuela del Bidasoa –escribió la catedrática de Historia del Arte Dra. Mª Concepción García Gainza en la presentación de este último libro- aparece como iniciadora de los estudios de una escuela de paisajismo del siglo XX”.
Las conclusiones más relevantes de esta investigación fueron que se demostró la existencia de una escuela paisajística surgida en torno a la desembocadura del río Bidasoa y su entorno, teniendo a Irún como núcleo principal, entre los años 1860 y 1985. Se descubrieron entre sus miembros características comunes (como la misma vinculación a un espacio concreto, la existencia de un mismo espíritu, una tradición cultural de aproximadamente un siglo, la unidad estética correspondiente a su vinculación al río, reforzada por una disposición similar en literatos como Pierre Loti y Pío Baroja, y la unidad estilística de un impresionismo pictórico sensorialmente francés, aunque sometido a depuración o expresión en las dos últimas generaciones de esta Escuela). Se comprobó la existencia de tres fases en el desarrollo de la Escuela:
- 1895/1919, con las creaciones paisajísticas de José Salís Camino, Vicente Berrueta Iturralde, Francisco Echenique Anchorena, Darío de Regoyos y Valdés, y Daniel Vázquez Díaz, que aportan los factores básicos para su formación.
- 1919/1932, en que la Escuela se cohesiona con la formación artística de Bernardino Bienabe Artía y Gaspar Montes Iturrioz, gracias también al magisterio de Salís y Vázquez Díaz, siendo pintores-bisagra con la siguiente generación Luis Larramendi Arburúa y Menchu Gal Orendain.
- 1932 a 1985, años en que se afianza la Escuela aglutinándose aquella gracias al magisterio de Gaspar Montes Iturrioz en la Academia Municipal de Dibujo de Irún sobre pintores como Enrique Albizu, Amaya Hernandorena, José Gracenea, Juan María Navascués, José Noain, Javier Sagarzazu y Jesús Montes Iribarren, principalmente.
De ella informaron por escrito los doctores que asistieron a su presentación y defensa:
Gonzalo M. Borrás Gualis, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza:
«Gonzalo M. Borrás Gualis, Catedrático de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, como vocal del tribunal que ha de juzgar la tesis doctoral de D. Francisco Xavier ZUBIAUR CARREÑO sobre los pintores de “la escuela del Bidasoa”, dirigida por la Dra. Concepción García Gainza, a los efectos que previene el artículo 10.1 del Real Decreto 185/1985 de 23 de enero, tengo el honor de informar que, una vez examinada detenidamente dicha tesis doctoral, estimo que reúne todos los requisitos necesarios, tanto formales y de aparato crítico, como de contenido y tesis propuestas, de manera que a mi juicio puede ser aceptada a defensa ante el tribunal».
Francisco José Portela Sandoval, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid:
“Resulta ser un trabajo de investigación realizado con extremado rigor científico y cuidada metodología que habrá de contribuir al mejor conocimiento de la pintura española de la segunda mitad del siglo XIX y de la primera parte de la presente centuria. Si hubiere que destacar algunos aspectos entre ellos figuraría, además de la cuidada presentación, la acertada comparación entre la Literatura y la Pintura coetánea en la zona del Bidasoa; el buen estudio técnico de los esquemas compositivos, de colorido, etc., el amplio repertorio bibliográfico que se ofrece, así como los densos catálogos de obras que se incluyen en el volumen segundo”.
Ignacio Olábarri Gortázar, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra:
“Encuentro un acierto la inclusión de la Primera Parte («El paisaje de la cuenca del Bidasoa»), que contribuye a un mejor entendimiento de los pintores que se estudian a continuación: particularmente interesante me ha parecido el capítulo dedicado a «la visión literaria» del Bidasoa, con amplias y oportunas referencias a la obra de Pierre Loti y Pío Baroja.
En lo que se refiere a la Segunda Parte («Revisión crítica de la llamada «Escuela del Bidasoa») me parece que la posición del doctorando, que cree que objetivamente se puede hablar de la existencia de la mencionada Escuela, está bien argumentada. Debo decir, sin embargo, que me hubiese gustado encontrar una bibliografía más universal, menos localista, a la hora de la definición del concepto de «escuela pictórica». Por otro lado, y a la vista del conjunto de la tesis doctoral, sigo manteniendo ciertas dudas sobre la pertinencia de ese concepto de «escuela» en el caso presente. Me parece, además, que el concepto de «generación», utilizado como uno de los ejes de esta Segunda Parte, se presta a interpretaciones muy diversas y es por ello de muy difícil aplicación.
La Tercera Parte («Los pintores de la «Escuela del Bidasoa») constituye el corazón de la tesis doctoral. Dado el objeto de mi especialización científica, me he ocupado menos del estudio artístico y estilístico que de la obra de cada uno de los pintores hace el doctorando y he leído con mayor atención los apartados dedicados a la biografía y a la formación artística de cada uno de ellos. En ambos casos el trabajo del doctorando me parece muy meritorio; creo que consigue, no sólo establecer con claridad los principales hechos de la vida de cada artista, sino también recrear el ámbito cultural de los distintos centros en que trabajaron, y en especial la ciudad de Irún. Estas páginas, unidas a lo ya dicho en la Primera Parte, presentan una sugestiva imagen de lo que es una población de segundo orden en la España del primer tercio de nuestro siglo.
Merece la pena destacar la corrección y tersura del estilo del doctorando, así como la muy esmerada presentación del texto, de los apéndices y del material gráfico. La catalogación de la obra de los pintores estudiados, incluida en el tomo segundo, está muy bien hecha, y revela la minuciosidad y el cuidado que se manifiestan a lo largo de todo el trabajo. Quizá sólo la organización de las más de sesenta páginas de «Bibliografía y hemerografía» puede ser criticada. En resumen, creo que la tesis doctoral de Francisco Javier Zubiaur Carreño revela una gran madurez, que es el fruto de largos años de trabajo, no afeado por la improvisación o la precipitación. Por todo ello considero debe obtener la máxima calificación y merece los honores de la publicación”.
Ana de Begoña y Azcárraga, Profesora Titular Numeraria de Historia del Arte de la Universidad del País Vasco:
“En cuanto a su aspecto formal, el trabajo aparece cuidadosamente presentado en tres tomos, cuyo contenido se dedica, respectivamente al texto, apéndice documental e ilustraciones. La redacción es fluida y la lectura se hace amena y entretenida. La estructuración del trabajo es impecable y clara, bien ordenada, permite seguir sin el menor esfuerzo la línea conductora de las diferentes partes. Se advierte una exhaustiva investigación sobre el entorno, biografías, procedimientos pictóricos y análisis de la obra de cada artista.
En cuanto al contenido de la Memoria, queda reflejado un trabajo dificultoso en ocasiones por problemas evidentes de recogida de materiales y datos, y por lo que supone aglutinar a personas tan diversas y con tan diferente proyección en la pintura del País Vasco en lo que, desde ahora, no parece ambicioso, ni siquiera demasiado atrevido, considerar como «Escuela del Bidasoa». Cabe señalar especialmente la minuciosidad con que se ha tratado cualquier faceta, tanto humana como artística. Del mismo modo, la escrupulosidad con que se ha emprendido el estudio estilístico y, luego, pormenorizado de la obra, deteniéndose el doctorando, en aquellos cuadros que, de una manera más explícita, llevan las señas de identidad del artista.
Su trabajo abre vías de investigación en el campo de la pintura vasca que no han sido emprendidas hasta muy recientemente. El ser uno de los pioneros en este aspecto, con todos los riesgos que ello implica, ya supone para mí mérito suficiente”.
María Soledad Silva Verástegui, Profesora Adjunta de Historia del Arte de la Universidad de Navarra y Secretario del Tribunal:
“Sus principales méritos son: 1) El interés del tema elegido para el conocimiento de los orígenes de la llamada «Escuela Vasca de pintura», al estar representados en ellos dos de nuestros grandes pintores -Regoyos y Vázquez Díaz- considerados como forjadores, junto con otros artistas, de aquélla. Y el planteamiento de las cuestiones relativas a la autenticidad de la hipotética escuela, de la valoración del peso específico de sus integrantes en el grupo y contexto regional, la confrontación de la simbiosis entre los artistas y escritores locales de la cuenca del Bidasoa, entre otras. 2) La metodología, es rigurosa en su argumentación, en general, y prudente, así como la claridad expositiva de las materias objeto de estudio, estructuradas siguiendo un orden lógico y coherente en las tres partes de que consta el estudio: el Paisaje de la Cuenca del Bidasoa (I Parte), la revisión crítica de la hipotética escuela (II Parte) y el estudio pormenorizado de los pintores (III Parte). 3) El manejo y conocimiento de las fuentes y abundante material documental que se reúne en este trabajo por ser primorosa, y 4) el estilo literario, cuidado, rico en expresión y matizado, además de ameno. Finalmente, 5) la pulcritud en la presentación material del mismo trabajo”.
Imagen de la portada: Alrededores de Irún (h. 1934.1937), paisaje pintado por Gaspar Montes Iturrioz. Colección Bankoa . Crédit Agricole